EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS

Un muy digno preludio.

Tras varios meses de absentismo por causas personales que no vienen al caso, resucito el blog con la crítica a esta precuela a la que, para ser sincero, le tenía tantas ganas como miedo.

Ganas, porque hablar de esa joya que es El Planeta de los Simios supone referirse a uno de los hitos que más ha dignificado el género de la ciencia-ficción en el cine, y cualquier intento de llevarnos al origen de aquella fabulosa historia es motivo de alegría para cualquiera que, como yo, haya disfrutado como un enano con esa película. Creo que huelga decirlo por obvio, pero por si acaso aclararé que me estoy refiriendo a la cinta original que protagonizó Charlton Heston a finales de los 60 y no al remake de Tim Burton de hace 10 años, que por mucho que me pese hay que decirlo tal y como es: no había por donde cogerlo.

Y miedo, porque precisamente esa categoría de joya hace que la idea de rodar una precuela de esta película deba cogerse con muuucho cuidado, muuuucho respeto y con vistas a hacer algo de muuuucha calidad. El Planeta de los Simios puso el listón muy alto cinematográficamente hablando e impactó entre el gran público por la historia que contaba y por su factura técnica, sobresaliente para aquella época. Su estreno, los excelentes resultados en taquilla y las favorables críticas llevaron a la inevitable sucesión de secuelas -a cada cual peor- y a una serie de TV. Son muchos fans y frikies pululando por el mundo los que con justicia veneran esta película, por eso si algún director iba a atreverse a rodar el origen de aquella historia que acabó convirtiéndose en un clásico, debía saber antes de nada que lo que tenía entre sus manos era material muy sensible.

Pues bien, ese director en concreto ha sido el británico Rupert Wyatt (The escapist), y bien puede decirse que ha superado la prueba con creces. La película atrapa desde el primer minuto y según va avanzando en su desarrollo no sólo no pierde fuelle, sino que va sumando puntos progresivamente. Quizá una de sus mayores virtudes sea su pausado ritmo, su manera de mostrarnos la evolución psicológica del simio protagonista, sin prisas y evitando la tentación de meter brusquedades en el desarrollo de la trama. Se agradece que el director haya querido dar profundidad en explicar el “porqué” de la historia, sin recurrir a efectismos gratuitos ni a grandilocuencias digitales. Y con esto no quiero decir que a la película le falten efectos especiales, que los hay como para parar un tren, pero ésta es una de esas raras ocasiones en las que el apartado técnico y visual se ha puesto al servicio de la narrativa, huyendo del espectáculo vacío que sólo busca embriagar al espectador con filigranas hechas por ordenador que, en lo que se refiere al conjunto de la historia, resultan totalmente huecas. No, aquí disfrutamos de muchas escenas trabajadas digitalmente con espectaculares resultados (atención a las secuencias del chimpancé protagonista balanceándose entre las secuoyas), que no sólo aportan fastuosidad a la película sino que además tienen su justificación en la trama. El resultado es un agradable espectáculo que va cariñosamente cogido de la mano del relato sin sobrecargarlo, y que llega a su culmen en la apabullante y espectacular última media hora de la película.

Y puestos a hablar de los efectos digitales, hay que hacer una mención especial a los simios de la cinta porque, como era de esperar, también los hay hechos por ordenador (de hecho, la mayoría son obra del CGI). Para ello se ha empleado la misma tecnología que usó James Cameron para crear sus Naa´vi en Avatar, aunque aportando alguna que otra mejora en el software. El resultado roza la perfección, pero no llega a alcanzarla: en determinadas escenas el uso del ordenador “canta” un poco, y en ciertos momentos puntuales las texturas con las que han hecho a los simios no quedan todo lo naturales que cabría esperar, aunque afortunadamente son momentos muy minoritarios y sólo se apreciarán si se ve la película con intención de buscarle algún fallo al trabajo digital. En este punto “negativo” (por llamarlo de algún modo, ya que en cualquier caso el trabajo final es sobresaliente), quizá lo que más desconcierte es que esos pequeños “peros” sucedan sobre todo con el chimpancé protagonista, César. Puede ser que, debido a su papel en la historia, hayan querido
humanizarlo más que al resto de simios, y en cierto modo su expresión delata este intento: sus rasgos faciales en algunas escenas parecen más cercanas a un hombre que a un mono. Quizá esa precisamente era la intención del equipo técnico, pero en cualquier caso el resultado es que César se diferencia claramente del resto de primates debido a esa humanización en su rostro.

Por otra parte, y sin dejar de hablar del chimpancé protagonista, es de admirar el gran trabajo de interpretación que ha hecho –otra vez– Andy Serkis, quien se ha vuelto a enfundar el traje de croma para aportar la parte mímica e interpretativa del simio, como ya hizo con Gollum en la trilogía de El Señor de los Anillos. Literalmente, puede decirse que este hombre ha aprendido a andar, gesticular y moverse exactamente igual que un mono. Impresiona ver el resultado final con el animal paseándose ante la cámara y pensar que, en realidad, los movimientos son los de un hombre. Un diez en ese aspecto.




El resto del tándem interpretativo, ya humano, se mantiene a la altura. Y aquí una mención especial también para James Franco, qu
ien hace un papel mucho menos frío y rígido que en otros trabajos, construyendo un personaje con una enorme carga dramática en su interior que, pese a estar atravesando una dura etapa en lo personal, sabe exteriorizarla sin aspavientos con una precisa sutileza en los gestos y miradas (muy emotiva la relación y los diálogos con su padre, enfermo de Alzheimer). El famoso dicho de “la procesión va por dentro” puede aplicarse sin pestañear a su personaje, viendo el trabajo interpretativo tan comedido que ha sabido aportarle.

Volviendo a la trama argumental, y para disfrute de los fans de El Planeta de los Simios, decir que esta precuela tiene abundantes guiños a la cinta original, muchos detalles y lecturas entre líneas que sólo los que hayan visto la primera película sabrán apreciar. No obstante, este Origen se puede disfrutar igualmente sin conocer aquella, está claro que dejará un mejor sabor de boca y gustará más a los fanáticos de la saga de los simios, pero insisto que en cualquier caso es una película dirigida todo el público, haya visto o no la película original, y garantiza el entretenimiento para todo aquel que vaya al cine buscando una buena cinta de ciencia ficción.

Un apunte, no obstante, que quizá pueda descolocar a los fanáticos de la primera película más acérrimos: en los créditos finales han incluido una última secuencia que explica la evolución que siguieron los acontecimientos posteriores y que supusieron el germen de la historia original. Pues bien, se han tomado alguna libertad en esa explicación de los hechos y así, el origen, la dolorosa verdad que tan descarnadamente descubría Charlton Heston en la última y sobrecogedora escena de El Planeta de los Simios no se corresponde al cien por cien con la explicación que han dado en esta precuela. No es que sea muy distinto, es que han variado ligeramente en algún detalle la explicación del porqué pasó lo que pasó (y hasta aquí puedo leer, que no quiero destripar ningún spoiler). También es cierto, sin embargo, que la película acaba con un final que invita a rodar una segunda parte (una secuela de la precuela, vaya), donde quién sabe si no profundizarán más en esos acontecimientos finales y los acerquen en mayor medida a la versión que sugería la primera película.


En fin, con todo puede concluirse con que se ha hecho un muy buen trabajo. Algo de agradecer en esta época en la que Hollywood anda escaso de ideas. Son muchos los remakes, nuevas versiones, adaptaciones, secuelas y precuelas innecesarias que últimamente se están fraguando desde los grandes estudios, en su mayoría con una calidad que menosprecia la cinta original en la que tienen su génesis. Afortunadamente, no ha sido el éste el caso: han conseguido hacer una precuela de El Planeta de los Simios a la altura, chapó por ello. Ahora nos toca a nosotros disfrutar de esta monada.


Puntos fuertes:


- El delicioso y pausado ritmo de la cinta, que sin embargo consigue que la historia vaya ganando en interés y no deje de atraparte.

- Los efectos especiales y su inteligente uso.

- Andy Serkis, de lo más mono.

- Esa media hora final, totalmente épica, que cierra la cinta dándole coherencia al conjunto.

- Los guiños a la película original, demuestran el cariño especial con que se han hecho las cosas.

- En resumen, ciencia-ficción de la buena.

Flojea en:

- Precisamente en esa media hora final, quizá haya alguna escena demasiado edulcorada en los últimos minutos que recuerde al Disney más ñoño.

- Alguna “cantada” de los efectos digitales, que afortunadamente son la excepción en un apartado técnico casi impecable.

- Esa explicación adicional de los créditos finales… ¿es del todo fiel a la primera película? ¿Nos guardan una sorpresa en una futura segunda parte? Ahí queda la duda.

- El cartel promocional, que cosa más fea por el amor de Dios…

PUNTUACIÓN: 8,5/10



2 comentarios:

  1. Es la mejor crítica que he leído hasta el momento de la película. Muy de acuerdo en todo. En el resto de las cosas que he leído, siempre se omite que lo que hace especial a esta película es su trama, la manera de explicar de a poco y muy inteligentemente como llega la revolución de los simios, como se pasa del experimento a la rebelión.

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  2. Hola Camilo, y muchas gracias por aportar tu granito de arena al blog :-)

    Para mí desde luego es el punto fuerte de la película: su ritmo pausado y lo bien explicada que está la evolución del simio. Creo que, si vas a tratar de justificar una rebelión de primates y quieres hacerla "creíble", hay que poner especial mimo en explicar cómo y porqué se llega a esa situación, profundizando mucho en la figura de César que es el catalizador de la revuelta. Y eso desde luego no se consigue con escenas espectaculares vacías de contenido, sino poniendo especial mimo a la evolución psicológica del mono protagonista.

    Afortunadamente en esta película ese detalle se tiene muy en cuenta, consiguiendo que haya "chicha" suficiente para explicar cómo es posible que los simios lleguen a hacer lo que hacen, y eso sin descuidar el espectáculo. Chapó.

    Otras críticas habrán destacado acertadamente otras virtudes de la película (que las tiene), pero para mí al menos la que te digo es la que más me llamó la atención para bien.

    Gracias de nuevo.

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