MÁS ALLÁ DE LA VIDA


Lo que pudo haber sido y no fue.
Hay directores que nacen trayendo una cámara bajo el brazo. Artesanos del cine de los que, cuanto más te adentras en conocer su filmografía, más descubres que no han tenido ningún traspiés a lo largo de su carrera. No les encuentras ni una sola película que puedas calificar de mediocre y todas han sabido envejecer dignamente como el buen vino, siendo reconocidas con el paso de los años como obras maestras por la inmensa mayoría de los que se dedican a esto del séptimo arte. Genios del cine, en definitiva. Como tales no abundan los que podrían incluirse en esta categoría, requeriría poco más de los dedos de una mano para contarlos. Hitchcock o Kubrick son buenos ejemplos, y quizá de los más conocidos. Todas, absolutamente todas sus películas tienen un “algo” que las sitúa automáticamente muy por encima de la media.

Un escalón más abajo encontramos otra casta de directores. Aquellos que sin llegar al nivel de los genios, también son una élite en este mundillo. No todas sus películas se codean con la perfección, pero en su haber cuentan con varias (más de una y más de dos). Del mismo modo, también de vez en cuando “patinan” y sea por el motivo que sea, ocasionalmente – y sólo ocasionalmente - acaban creando una obra mediocre, muy alejada de la calidad a la que como maestros nos tienen acostumbrados.

Pues esto último es ni más ni menos lo que sucede con Más allá de la vida, un patinazo del maestro Clint Eastwood. Y eso, pese a que su sello está presente en cada plano. Técnicamente la película es de una factura impecable, sí, y está rodada con un gusto exquisito: tonos apagados que transmiten un aire melancólico en cada fotograma, una suave banda sonora donde el piano adquiere un discreto protagonismo, una inteligente estrategia en planificar la colocación y en los movimientos de la cámara… en definitiva, el buen gusto para rodar que evoca mucho al cine clásico de toda la vida y que viene siendo la marca habitual del director.
Sin embargo el fondo y la narrativa de la historia no consiguen atrapar al espectador, la trama en ningún momento llega a enganchar y eso que parte de un planteamiento que a priori resulta cuanto menos atractivo. Tres historias independientes, narradas paralelamente durante toda la película, y que acabarán convergiendo en un punto concreto hacia el final de la historia: una mujer que sobrevive milagrosamente a un tsunami, un niño que pierde a su hermano gemelo y un médium que vive condenado por su capacidad para contactar con los espíritus.

Pese al trasfondo paranormal común de los tres relatos, hay que decir que no estamos ni ante un thriller esotérico, ni ante una cinta de terror, ni ante ningún otro género que caiga en los habituales clichés que suelen tener las películas de esta temática. Más allá de la vida es básicamente un drama sobre personas que buscan respuestas, la evolución personal de tres personajes que comparten un denominador común, la experiencia de la muerte.

Con este planteamiento, y sabiendo que es Clint Eastwood quien está detrás de las cámaras, cualquiera podría esperarse algo sobresaliente. Lamentablemente no es así, la película peca de un ritmo extremadamente lento que no termina de despegar del todo. Ninguna de las tres historias tiene el fuelle suficiente para mantener vivo el interés a lo largo de todo el metraje, dando como resultado una trama que tarda más de dos horas en contar algo que apenas requeriría 20 minutos. Ese es, quizá, el mayor defecto de Más allá de la vida: alargar innecesariamente cada una de las tres historias que transcurren de forma totalmente autónoma sin interrelacionarse, salvo en el final de la cinta –por cierto bastante previsible a partir de cierto punto–, donde improvisadamente el argumento pega un forzadísimo giro hacia el género romántico que no hay quien se lo crea. Y lo que resulta más sorprendente es que este fallo lo encontremos, precisamente, en el trabajo de un titán como es Clint Eastwood, el hombre que le ha regalado al mundo maravillas como Mystic River o Million Dollar Baby, cintas éstas que a diferencia de la que ocupa estas líneas tienen la virtud de atraparte desde el primer momento.

Pese a todo, el conjunto no puede decirse que sea malo. La película tiene sus puntos a favor, destacando el buen gusto y el mimo habituales del director a la hora de rodar. De igual modo, la autenticidad y el realismo a la hora de llevar a la pantalla la cotidianidad de las clases medias-bajas, algo presente en toda la filmografía del sr. Eastwood, también se muestra aquí con la misma brillantez de siempre. Pero lamentablemente el balance impide que se pueda calificar a la película de buena. Sencillamente, no destaca. Se queda en el terreno de lo mediocre, es algo tibio, que podría haber dado mucho más de sí y que no llega a ofrecer todo lo que se podría esperar. Quizá, de las tres historias, la más interesante sea la del médium –interpretado por Matt Damon– que tiene algunas escenas brillantes (especialmente las de las clases de cocina italiana) y nos presenta al personaje con más riqueza y fondo psicológico, pero incluso esa historia, al final, nos deja una agridulce sensación de haberse desaprovechado.

Con el trabajo interpretativo pasa tres cuartas partes de lo mismo. Ninguno de los protagonistas tiene un lucimiento especial (bien es cierto que los papeles tampoco lo requieren necesariamente), llegando algunos incluso a ser del todo anodinos. Especial mención aquí, como aspecto negativo, al personaje del niño: totalmente inexpresivo e incapaz de transmitir veracidad en algunas escenas clave. Algo que no se entiende, puesto que si algo sabe hacer el sr. Eastwood es sacar de los actores lo mejor que tienen guardado. Aún no he visto a ningún otro director conseguir de Angelina Jolie lo que este hombre logró en El Intercambio.

En fin, que la maestría de este director no se discute y es algo que ya ha quedado demostrado en anteriores trabajos suyos. Pero lamentablemente incluso los maestros tropiezan ocasionalmente, y en esta ocasión así ha sido. Una lástima, porque la idea inicial daba para mucho más que esto. Otra vez será.




Puntos fuertes:
- El estilo clásico del director a la hora de rodar.
- La idea en sí.
- La escena del flirteo entre el médium y la chica recién llegada a la ciudad en la clase de cocina italiana, con Nessum Dorma sonando de fondo.
- El personaje de Matt Damon.

Flojea en:
- Dos horas para contar una historia que no requería más de 20 minutos.
- La falta de “agarre” de la trama en general.
- El niño protagonista.
- Ese giro al final de la historia metido con calzador.

PUNTUACIÓN: 6/10

3 comentarios:

  1. Buena crítica. La verdad es que aún no la he visto, aunque cada vez tengo menos ganas de verla, las críticas no están siendo muy buenas.

    Un saludo!

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  2. Hola Isaac:

    La verdad es que lo de las críticas es algo muy subjetivo, pero ya te digo que al menos al mí me decepcionó bastante la película. No le pongo un suspenso pero desde luego no es para echar cohetes.

    No pagaría una entrada de cine por verla, me esperaría directamente al DVD. Eso sí, te perderás entonces ver en pantalla grande la escena del tsunami que es espectacular.

    En cualquier caso, a lo mejor si no vas con muchas expectativas quizá te convenza más cuando la veas. Yo te reconozco que si se trata de Clint Eastwood voy siempre pensando en que el listón está muy alto.

    Un saludo y gracias por tus comentarios.

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  3. Hola Clímaco!

    Ese es el problema, que cualquier cosa que toque Clint o Matt Damon, es difícil que tenga bajas espectativas, y luego viene la decepción, ya me pasó con "Invictus" que la verdad es que no es ninguna maravilla, así que tras visto lo visto, esperaré al DVD.

    Un saludo!

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